Alemanes en Boconó.
ALEMANES
Y OTROS EXTRANJEROS EN BOCONÓ.
A
finales del siglo XIX y comienzos del XX ya se habían establecido varias casas
de comercio en Boconó entre ellas las de Francisco de Paula (Don Pancho)
Uzcátegui en Pueblo Nuevo, la de Gustavo Uzcátegui en la avenida Miranda, la de
Pablo Calderón cerca del puente La
Cavita, la de Rafael Ángel Enríquez en el cruce de la avenida Bolívar con la
calle Vargas, la de Francisco Castillo, frente a la Plaza Bolívar, la de Rómulo
Leonardi. La de Juan Rafael Carrillo, la de Rafael Humberto Miliani, en Pueblo Nuevo la de Santana
Saavedra que más tarde fue de Polo Bocaranda, la de Berti hermanos (mis tíos
abuelos Arturo, Mateo Italo y Vicente Berti Troconis) en la avenida
Independencia con calle Bolívar frente a la plaza Bolívar. Otra casa
comercial era la de mi abuelo Martín
Berti Troconis en Pueblo Nuevo y más tarde en la Av. Miranda entre la calle
Monseñor Jáuregui y Av. Andrés Bello,
entre las que yo pueda recordar. Todos los Berti Troconis eran hacendados y
sembraban café en la Sabana, Bizcaná y Loma de Mitimbis; en El Guaracamal y La
Vega tenía su hacienda mi tío Domingo. Ellos también le compraban café en
pergamino a otros productores para almacenarlo y vendérselo a viajeros alemanes
y de otras nacionalidades que venían de Caracas y de Maracaibo en goleta a La
Ceiba, de ahí a Motatán en un primitivo tren y luego a lomo de mulas o caballos
vía La Plazuela, remontaban el páramo de la Cristalina, San Rafael de Guandas
hasta llegar a Boconó.
Desde
éstas y otras casas se enviaba el café en arreos de mulas (8 mulas más la del
campanero o guía) hacia La Plazuela, Motatán, La Ceiba y en goletas a
Maracaibo, haciendo el recorrido descrito anteriormente en sentido inverso y de
ahí salía a Europa.
Hay
una anécdota muy divertida pues en una de esas visitas fue un alemán a un
comercio a preguntar por café para comprar, el dueño que era muy jactancioso le
dijo que no tenía pues en la mañana había despachado diez arreos de mulas (un
arreo eran 8 mulas y una para el arriero) a Motatán, el alemán muy suspicaz se
asomó la patio de despacho, lo vio completamente limpio y le preguntó”cagamba y
donde están estar los cagajones de
tantas mulas? Obvian comentarios.
En
una oportunidad entre los años 20 y 30 era tal lo espléndido en las caravanas
de carnaval que un alemán quiso entregarle un frasco de fino perfume a mi tía
Consuelo Bertí Gonzalo, hermana de mi mamá, pero el frasco cayó al suelo y al
romperse los vidrios la hirieron en un tobillo necesitando pronta atención por
un médico de la familia, en ese momento
eran Fabricio y José María Gabaldón quienes
no sé cómo pudieron irse a estudiar Medicina y graduarse en La Soborna,
en París, para venir a ejercer en Boconó. José María tenía su consultorio en la
casa materna en la avenida Miranda con calle José Vargas, su esposa con
frecuencia estaba fisgoneando por la ventana y a la salida de algún paciente le
preguntaba: Mirá, ¿qué te recetó José María? Eso no te va a servir para nada,
dale más bien tal cosa (algún brebaje casero), eran cosas de pueblo y de la
época. Esos alemanes que fueron los primeros en ir a Boconó aproximadamente en
las últimas décadas del siglo XIX y
primeras del XX.
El
año 40-41, estalló la Segunda Guerra Mundial con la ocupación de Austria,
Checoeslovaquia, Hungría, Polonia, los Países Bajos. Otros países del mar
Báltico y Francia. El gobierno americano y el Reino Unido pidieron al gobierno
de Venezuela el confinamiento de todos los alemanes residentes en el país en
sitios estratégicos, uno de esos sitios
fue Boconó, probablemente por lo aislado que era, solo por un camino de recuas
a Campo Elías y de ahí a Biscucuy y pueblos de Lara o a Guanare. Otro acceso
era por una estrecha y polvorienta carretera de 84 km con 210 curvas cerradas,
por el páramo de La Cristalina que conducía a Trujillo, la cual transitamos
muchas veces. En pleno páramo había un comedero “La Casa de los Embutidos”
donde desayunábamos muy sabroso: Homero Leonardi jocosamente decía que de ida a
Trujillo el menú era caraotas y arroz y de regreso arroz y caraotas. Huelgan
los comentarios.
Fue
entonces cuando se radicaron en Boconó
unas 15 a 20 familias de alemanes como confinados. Eran personas
educadas, amigables, trabajadoras y muchos eran profesionales. Según recordaba
Iván Uzcátegui Selvi, mi primo, uno de ellos tenía una pistola Lugger, ¡¡no
creo que si los nazis ganaban la guerra tuviera la intención de tomar “por si
solo a Miraflores”!!
Entre los que más recuerdo estaba el señor
Stockhausen (traducido: Casa de Palos), era magnífico ebanista y con su torno
hacía bellos juegos de escritorios de los cuales conservo un pisapapeles, un
cenicero de madera y cobre, un porta lápices y porta papel secante. Vivía y
trabajaba en la avenida Sucre, entre Jáuregui y Bolívar, en una casa de los
Miliani.
En
la Jáuregui, media cuadra antes de llegar a la Gran Colombia, vivían el señor y
señora Mühler (traducido: Molinero) me tenían mucho cariño, me celebraron mi
Primera Comunión y la única foto que tengo de ese día me la tomó l señora. Los
visitaba a veces y me obsequiaban torta, galletas o chocolates. Siempre los
recordaré con mucho cariño.
Mención
especial merece el señor Panier, casado con la señora Blanca Pocaterra, de
familia muy distinguida de Caracas, creo que era Ingeniero, su hijo, Ingeniero
a quien conocí, visitó a Boconó hace unos diez años aspirando encontrar lo que
le contaban sus padres, pero el pueblo era otra cosa distinta a lo que había
visto cuando pequeño. Los Panier Pocaterra vivían en una quinta pequeña que
perteneció al Dr. Pablo Briceño Cols, esposo de mi tía Albertina Berti Gonzalo.
Esa quinta existe aún a unos 100 metros más debajo de la que fue la Hostería,
por el frente pasaba la antigua carretera hacia Trujillo. Ellos organizaban
para la Pascua de Semana Santa una fiesta infantil ocultando entre el monte
Huevos de Pascua, bien coloreados y por dentro eran de chocolate, nosotros
debíamos buscarlos para disfrutarlos con
gusto pues nunca antes los habíamos
visto. Luego venía el obsequio con postres, dulces, gelatinas y colita que
fabricaba el Dr. Florencio Briceño Hernández.
El
22 de julio de 1942 hicieron una fiesta a la cual asistimos varias familias
boconesas. Al final hubo una rifa y a mí me tocó en suerte, con Bs. 5 que me
dieron mis padres Raúl Nieves Berti y Graciela Berti Gonzalo, un Mecano marca Märklin
con múltiples piezas formas: barras, láminas perforadas, engranajes, ganchos,
ruedas dentadas y chapas de distintas formas, tornillos, tuercas y muchas cosas
más; traía un manual instructivo para armar distintos juguetes, cerca de 400,
como por ejemplo locomotoras, aviones,
camiones, carros, grúas, etc.; con el pasé toda mi niñez y aún lo conservo
intacto. La fábrica sigue existiendo en Göppingen, Alemania, desde 1850
aproximadamente.
Había
otra familia alemana, creo de apellido Thomsen, que tenía un enrome
automóvil descapotable de 12 cilindros
con el que paseaban hasta Mosquey o hasta San Rafael de Guandas. Después de la
liberación, con su auto viajaron a Trujillo, luego a Barquisimeto vía Carora.
Si alguien tiene noticias de este tipo de auto, marca, año o destino
agradecería avisármelo.
El
Sr. Hellmunmndt Geyer vino antes, en 1932 – 33 a Maracaibo, contratado por los
Zing para trabajar en la fábrica de cerveza que allí tenían. Al estallar la
segunda Guerra fueron enviados a Boconó como confinados según explicó antes.
Duró cuatro años en la casa de los Thomsen y luego en la finca Las Mesitas,
aledaña al pueblo, la cual habían alquilado los Blohn para alojar empelados en
situación de confinamiento. Se dedicó a cultivar muy buenas hortalizas que
compraban los habitantes del pueblo. Con
él trabajaba otro alemán de nombre Mumm Wilhem.
Otra
familia alemana vivía en la casa y trapiche de Venancio Villasmil Aponte en la
Vega Arriba, el Sr. era carpintero. No tengo más datos.
Merece
muy especial atención un alemán extraordinario (von por pertenecer a la
nobleza, Steinberg traduce Montaña de
Piedra). Según datos de su hijo el buen amigo Gunther, nacido en Boconó quien
es un Odontólogo muy solicitado por la colectividad boconesa, casado con
Liliana Barrios. Llegó a Maracaibo en un buque en 1949, conoció a los señores a
los señores Belloso quienes lo orientaron a Boconó y fue albergado en la Finca
Las Mesitas aledaña al pueblo, fue contratado
para administrar los hoteles Colonial. Viajó a Caracas a arreglar documentos
y llegó en el tren Valencia – Año Amarillo, en el cual yo también viajé una
vez, se alojó en una posada cercana que era de la señora Martha Hafeamaiz y de
su hija Inés, se enamoró de esta y se fueron todos a Boconó donde se casaron en
la Iglesia de San alejo. El era piloto y había comprado con Waldemar Selvi
(primo mío) un avión Cessna, volaban a cazar a los llanos Barinas y Apure. Trajo el primer Wolswagen a
Boconó, un escarabajo blindado por debajo y más tarde un Mercedes Benz negro el
cual se lo vendió después al padre Nicolás Espinoza. El segundo hijo, Bernardo,
es Profesor de Educación Física ya jubilado. Construyó el hotel Steimberg, hoy
La Colina, el cual era predilecto de
turistas y viajeros especialmente por su muy sabrosa cocina alemana. Muy
lamentablemente a los 55 años tuvo un accidente fatal al conducir una moto en
Los Pantanos, frente a La Granja, al chocar por evitar atropellar a un
transeúnte. Es una de las desapariciones más lamentables que ha visto Boconó.
Otro
residente de apellido Belfast vivía en la calle Sucre en la casa donde vivía
Homero Leonardi y su esposa Graciela (Chela) Larriva. Este alemán fabricaba
lámparas famosas por su finura y belleza.
Había
otro señor alemán de la época de nombre Walter quien llevaba la contabilidad de
la casa comercial de José Antonio Daboín, casado éste con la señora Chelena
Villasmil. La tienda estaba en la esquina de las calles Bolívar y Miranda.
Igualmente,
Hans Barthel y su familia vivieron en la avenida Miranda al lado de la casa de
Pedro Briceño Cols y fabricaban mantequilla, queso, tortas entre otras ricas
especialidades.
Aunque
no era alemán cabe destacar muy merecidamente al Dr. Hugo Schlesinger
(austríaco), era médico y trabajó
arduamente en materia sanitaria y como Médico de cabecera tanto en Boconó como en los pueblos vecinos. Un hijo de él de
nombre Roberto también es muy buen médico y trabaja en Boconó.
Una
anécdota divertida del Dr. Hugo fue cuando el Director de salud del Estado
Trujillo, Dr. Rodríguez Rivas, lo encargó en una oportunidad de visitar una
vez por semana una aldea llamada Las
Cortaderas, en una vía abrupta e infernal solo para viajar sobre bestias entre
Boconó y Barinitas. Llegó a oídos del Dr. Rodríguez Rivas que el Dr. no había vuelto y le contestó “Yo
volver todas las semanas a Las Cortaderas si Rodríguez Rivas ir una sola vez en
su vida a Las Cortaderas”.
Estuvo
también otro médico de nombre Juan H. Otto Tovari, casado c
on
la señora Eddy Z. de Otto Tovari, austríaco llegado en 1940, vivían en San Rafael,
gozaba de muy buena reputación como profesional.
Fue
famoso por su habilidad como Traumatólogo el Dr. Studemeister quien trabajó en
el Hospital Rafael Rangel de la calle Colón y operaba frecuentemente en el quirófano. Vivía al lado
de la farmacia Americana del Dr. Alfredo Bocaranda; la esposa era una enfermera
alemana y trabajaba en pabellón. El hermano de la señora, también alemán, era
relojero y cada vez que le llevaban un reloj dañado decía. “es un cilindro
malo”.
No
todos los alemanes vinieron con sus familias, justo a finales del siglo XIX,
en1890 llegaron las primeras alemanas de quienes tengo noticias, fueron las
señoras Ana Mühler Falkengahen quien
llegó a Boconó con una hermana de nombre
Margarita, ésta se casó con el señor Alfonzo Venegas Barroeta; Anita se casó
con José de Jesús Castillo Torres en 1900 y de éste matrimonio nacieron
Leopoldo Castillo Mühler, odontólogo destacado y profesor de Educación
Artística, Jesús (Tuto), Ernestina quien se casó con Don Pedro Barazarte,
Rosita y Carlos, vivían cerca de la esquina de la avenida Miranda con Andrés
Bello.
Más
recientemente llegó a Boconó un distinguido personaje y amigo, Heinz Willhelm
Lefeld Martínez, hijo de Max Nephtali Lefeld Frankfurter, (alemán) y Judith Martínez Ponce de león (n. en
Guayaquil, Ecuador). Max era comerciante de café entre Ecuador y Alemania.
Entre 1929-30 durante la gran depresión Heinz emigró a Venezuela y como hablaba perfecto alemán,
inglés y español se radicó en Caracas Venezuela representando la fábrica de telas
de Krefeld en norte, centro y sur América. En 1939 inicia noviazgo con Nachita (María
Ignacia) Matheus Marquez n. 24/06/17 en
Niquitao; f. 02/09/80 en Caracas. En plena segunda Guerra Mundial en viaje a Costa Rica tiene que ser
operado de apendicitis y se demora su regreso a Caracas. El gobierno del Gral.
López Contreras se había manifestado contrario a los alemanes y estableció
estricto control al ingreso de alemanes
a Venezuela. Un amigo le sugiere traducir los nombres de pila al español ya que
su segundo apellido era latino y así tramita su regreso como Guillermo Enrique
Lefeld Martínez pero el Embajador de Venezuela, Dr. Mario Briceño Iragorry
informa como sospechoso de tratarse de un espía alemán y sin interrogarlo ni
averiguar la situación el Ministerio de Relaciones Interiores emite orden de
detención y así las cosas un primo de Nachita quien trabajaba en la dependencia
de búsqueda lo mantiene informado y donde estar seguro. La madre de Nachita
Sra. Braulia Marquez de Matheus por diligencias de su primo Dr. Francisco Parra
Márquez se entrevista con la esposa del presidente Gral. López Contreras y días
más tarde la esposa del Presidente les transcribe el mensaje que lo mejor es que se alejara de Caracas y
así se casan Heinz y Nachita en Baruta el 30 de julio de 1940 en la mañana y al
mediodía en la Iglesia de Altagracia. Esa misma noche salen para Boconó
acompañados de Don Ramiro Mazzei Uzcátegui.
Pernoctan
en Guanare y al día siguiente llegan a Boconó, estaban aterrorizados ante la
situación y al llegar se hospedan en casa de Francisco Gonzalo Gabaldón, primo
mío y de su esposa Josefa Gabaldón Márquez quienes se los llevaron al alto
páramo de Las Lajas (¿¿deben haber pasado también mucho frío!!) de ese
matrimonio nacieron Enrique y Nancy, nuestros queridos amigos. Después ellos
decían que ese tiempo en Boconó era lo mejor de sus vidas.
Fui
muy amigo de Hans Lefeld cuando estudiaba yo en Göttingen (Alemania), recibí
una llamada de un radioaficionado de la localidad de nombre Walter Rappe y
radioaficionado (DJ5KQ) y como yo soy radioaficionado YV5DEE, me avisaba que de
Caracas el colega Lefeld quería hablarme y que irían mi mamá y hermanos a la
comunicación; varias veces pude así
hablar con mi familia pues en 1963 no había ninguna otra forma sino por cable
que era costosísimo. Siempre estaré agradecido de Hans pues a partir de esa vez
entablé gran amistad con los Rappe, me
invitaban con frecuencia a almorzar y merendar con torta, té o café.
Hace
pocos años vivía en Tostós un mecánico de nombre Miguel Wilmar, quien había
venido a trabajar con la Martin Engieneering Co. Como operador de maquinaria
pesada en la construcción de la carretera de Boconó – Flor de patria. Era
abuelo de Andrea, una bella joven estudiante que vivía en Boconó en la vía del
cementerio quien fue secuestrada y vilmente asesinada por delincuentes y
ladrones, hoy condenados a pena máxima.
Aunque
no vivió en Boconó me pide mi excelente amigo el Dr. Alonzo León Rocha
mencionar al Sr. Federico Chatman de la Mesa de Esnujaque por ser asiduo
visitante de nuestro pueblo y gran amigo del siempre recordado e insigne
Fotógrafo Don Amadeo León. También era frecuente visitante del Hotel Steimberg
y gran amigo de los dueños.
Si
alguien tiene noción de otras familias relacionadas al tema mucho le
agradecería informarme a fin de incluirlo próximamente.
AGRADECIMIENTOS.-
Mis
agradecimientos muy sinceros a las personas que colaboraron conmigo la
elaboración de este relato: Dr. Carlos Julio Montilva, mi gran amigo, mis
primos Nacha Berti Márquez, el Ing. Antonio José Berti Berrios y el Dr., Martín
Berti Berrios, mis amigos Dr. Gunther von Steimberg, el Sr. José Ignacio Soler
y muy especialmente a mi querida amiga Clemencia González de González, por su
noble empeño en ayudarme a conseguir muchos
y valiosos datos. Especial mención de agradecimiento merece el gran amigo
Enrique Lefeld Matheus, quien con excelente pulcritud y redacción me envió
valiosos detalles de su padre Heinz Lefeld Martínez y de su madre Nachita
Márquez. Ruego dispensarme por errores u omisiones pues estoy relatando esto de
hace 70 años atrás.
Dr.
Hernán Nieves Berti.
Médico
Pediatra.
Teléfonos:
habitación 0212.9877054. Cel. 0414. 3307375.
Consultorio:
0212. 986 1442.
E/mail:
hernannievesberti@gmail.com
Comentarios
Publicar un comentario